¿Qué tienen en común los discípulos de Cristo y los Beatles? Bueno, más allá del debate donde los cuatro grandes de Liverpool dijeron que eran más grandes que Jesús, los une un factor determinante que les catapultó a la fama: sus humildes orígenes. Dejémonos de debates agnósticos religiosos en este momento. DEJEN DE PELEAR.
La cosa es simple: ambos son grupos de orígenes humildes que les tocó pelear contra el sistema. Uno con sus ideas, y el otro con sus ritmos. Ambos, fueron revolucionarios para su época y momento histórico: trascendieron sus limitaciones por medio de estar convencidos que su camino, era el camino correcto. Los 12 discípulos llevaron un mensaje a través de medio oriente y el resto del mundo conocido, rompiendo las estructuras sociales del siglo 1. Así nace la civilización occidental.
Los Beatles, hicieron lo suyo con la música, agarraron lo mejor de sus influencias musicales y lograron una amalgama de ritmos que rompieron la monotonía armónica de la época. Por medio de ritmos acompasados y letras universales, popularizaron el rock pop siendo la mayor influencia musical del siglo XX.
Si sumamos a los implicados en este ejemplo, estos 17 seres humanos lograron cambios geopolíticos que afectan a millones, cambios artísticos, culturales, impulsaron revoluciones, generaron giros de paradigmas como nunca antes en la historia. No fue fácil, claro que no, pero la perseverancia rindió frutos. Son eternos ahora y tenemos mucho para agradecerles.
Algo similar sucede ahora en nuestro país, no es fácil lograr un cambio sustancial, un cambio de programación mental en los compatriotas. Alcanzar ese cambio que inició el año pasado no es cosa sencilla, llevará tiempo, sudor, lágrimas… pero el resultado valdrá la pena. La búsqueda de justicia social, de libre empresa, de oportunidades de desarrollo, de acceso a servicios básicos es un tema que nos compete a todos.
Si unos pocos luchan a diario para hacer una mejor Guatemala, desde su trabajo, desde su arte, desde la calle, desde la Plaza, desde la inversión, desde seguir las normas de convivencia de un Estado de Derecho, es necesario que sigamos su ejemplo. Estamos en el momento justo para no dejarnos vencer por los fantasmas del pasado. Tenemos todos los chapines un enemigo común: la corrupción. Y esta no sólo es la corrupción política, sino la empresarial, la personal, la social. Cada vez que salgamos a la calle, tengamos eso en cuenta.
Seamos de esos pocos que inician una revolución de esquemas. Inscribámonos en el libro de la historia de los que lucharon por el cambio y no se quedaron sentados, frente a la computadora, compartiendo el meme del momento. Salir todos los días a la calle, comprometidos a cambiar nuestra realidad. Eso, realmente es de chapines.