UN PAÍS LLAMADO JOCOTENANGO

 

El domingo fui a la Feria de Jocotenango y descubrí a una pequeña Guatemala en todas sus aristas en la zona 2 de la ciudad: choque de culturas, etnias, idiomas, formas de ser pero con un corazón enorme.

 

Me costó una hora entrar al parqueo gratuito, pero valió la pena. El orden impuesto por las autoridades municipales se agradeció mucho: la cola era tardada, pero era de esperarse dadas las circunstancias. Tómelo en cuenta para cuando vaya.

 

El trabajo edil en este caso fue admirable, los agentes son eficientes y amables, ordenaron de tal manera todo que es muy accesible, hay mucha seguridad en la feria, control de tránsito, decibeles de sonido, limpieza y amabilidad.

 

En la entrada notamos a una pareja de muchachos que caminaban sospechosos y se acercaban demasiado a los bolsos de las mujeres, prontamente fueron interrogados por dos agentes de la PNC. Se fueron de inmediato. La reacción fue de agrado por el resto de los que estábamos allí.

 

Me sorprendió mucho la limpieza del lugar, había basureros en todos lados y cuando alguien tiraba algo a la calle, había alguien que lo recogía y le enseñaba al hechor, dónde estaban los depósitos de basura. Todo se trata de educación y querer aprender.

 

El ambiente era de armonía y había actividades de toda índole, para todas las edades y gustos. Con mi familia, jugamos lotería, pescamos premios, lanzamos dardos, nos subimos a la rueda de chicago, lanzamos dados, realizamos tiro al blanco con rifles de plomos y quedamos sorprendidos de la creatividad de los dueños de los locales.

 

Antes una serie de marionetas bailaban ritmos de moda, pero ahora, además de ello, hay muñecos inflables que lanzan chorros de agua que sorprenden a los tiradores. Personalmente fui víctima del hombre araña que me mojó la cara y pecho, resultante: risas estrepitosas de parte de mis hijos y esposa. Y del resto de mirones. Nada de ofensa, todo fue una agradable broma.

 

La risa tiene un valor que no siempre ejercemos y que es sanador, aprender a tener buen humor es algo que vamos perdiendo conforme los problemas diarios nos ofuscan. Se recupera en este tipo de actividades sanas, de cohesión social.

 

La gastronomía guatemalteca en su esplendor: almorzamos chuchitos, tostadas, tortillas con carne adobada, chéveres, churrasquitos, pollo asado, garnachas, tortillas de harina con carne de res, un caldo de gallina magnífico. Comimos bastante y rico, a un precio accesible.

 

Y los postres, ni hablar, terminamos sentados al fresco de la tarde en el Hipódromo del Norte, escuchando marimba y los gritos de las personas en los juegos mecánicos. Compartimos en un ambiente de cordialidad, sano, alegre y en el que miles de chapines confluimos para celebrar la feria de la ciudad.

 

Confluimos para celebrarnos a nosotros, a nuestras tradiciones.

 

Comprando tamalitos de chipilín antes de irnos, una niña pidió dos tostadas y salió corriendo. La tendera le dijo a un señor que se las debía. Él le contestó que esa niña no era su hija pero que con gusto se las pagaba, “mire seño, no se preocupe, yo las pago. Total en la feria todos somos guatemaltecos, todos somos iguales”.

 

El ejemplo y el mensaje de ese señor me dejó sorprendido y meditabundo. Al minuto apareció el papá de la niña para pagar las tostadas pero la señorita le dijo que el otro señor las había cancelado, el papá quiso pagarle pero el hombre le dijo que no se preocupara, que era un regalo para su nena, que mejor invitara a otra persona.

 

Si dejamos el ego de lado y pensamos en el otro como parte integral de nuestro entorno, talvez otra cosa fuera de nosotros.

 

Y nos fuimos. En la salida nos dimos cuenta lo que sucede cuando se piensa lo contrario: varios conductores intentaban colarse en el parqueo a través de la salida. Rompiendo el orden establecido con tal de obtener un beneficio inmediato y egoísta. Afortunadamente, los agentes municipales estuvieron atentos para multarlos, sacarlos y devolverlos por donde entraron.

 

La Feria de Jocotenango es una linda tradición que debemos de mantener todos los que habitamos la ciudad, debemos de aprender a llevar la festividad en el corazón y nuestras acciones. Le insto a que la visite y recuperemos la chapinidad y su cultura viva.

 

¡Larga vida a la ciudad de Guatemala y su cultura de valores positivos!

 

#EsDeChapines