Siguiendo con nuestro álbum de personajes que encontramos en el tráfico del día a día, todos de una forma u otra, nos hemos topado con la vengadora del tránsito. Pero no para bien, es la vengadora de sus traumas y neurosis.
Esta es La Viuda Negra (de la Suburnan).
Dícese de toda aquella señora que se conduce en una camioneta 4 x 4 en las calles y avenidas de la ciudad, a mil por hora, metiéndose por espacios reducidos, haciendo sonar la bocina ronca mientras lanza furiosos luzazos con los silvines de su todopoderoso vehículo utilitario.
Es la típica señora que se las lleva de piloto de fórmula 1, con tremendo armatoste corriendo por la estrechas calles de la ciudad. Hazte a un lado o sentirás la furia de una mujer histérica que no tiene miedo a agarrarte a patadas a media calle. Ya me dio miedo.
A veces dan ganas de ofrecerles un te de tilo para que se les baje el mosh, piensan que no hay tiempo más urgente que el de ellas, y con justa razón, imaginamos, ya que van tarde a traer a los peques al cole, porque se tomaron tres tazas más de café en el cuchu.
O decidió hacerse las uñas, los piés y alisado de keratina en el salón del Bobby, ese magnífico estilista que se sabe todos los chismes de las señoras como ella. Y ni modo, allí va nuevamente en la calle, puyando entre semáforo y semáforo, para contrarrestar un poco, la hora chapina. Fufufa y altanera, para resumirlo.
Es la versión femenina de aquel famoso chiste de “usted no sabe quién soy yo”.
Todos conocemos a esas Viudas Negras al volante, ¿o no muchá?