LA EMPATÍA COMO BANDERA

Las redes sociales nos han traído miles de opciones para comunicarnos, ya no dependemos de medios tradicionales como las líneas telefónicas sino ahora podemos vernos por Skype, por Periscope, enviarnos mensajitos de voz por Whatsapp, Line o Messenger.

Asimismo, tenemos la opción de poner en un escaparate nuestros gustos personales para que nuestros contactos se diviertan con nuestros chistes, memes y videos que encontramos en la web. Todo es muy divertido, sí y todo es muy moderno, claro.

Nos derretimos de ternura con videos de perritos durmiendo o haciendo lo mejor que saben hacer, que es darnos ternura. Nos divertimos con las acrobacias y saltos de los gatitos y morimos de risa por las travesuras del pitbull que se comió la chancla de su dueño.

Somos grandes activistas de los derechos de los animales y la ecología y eso está bien, cado uno hace de sus cuentas de redes sociales, un pequeño país donde se aceptan ciertas cosas y ciertas cosas, pues no. Total, es la cuenta privada de cada uno y uno hace de ella lo que quiera, estamos de acuerdo todos en eso.

Pero hay un tema, queridos amigos, que no debemos de olvidar. Y esa es la empatía para con el otro, para el hermano, el compatriota, el necesitado, el exitoso, el enfermo y el ganador. Me explico, las redes sociales nos genera un fenómeno que es la autocontemplación de nuestro propio ombligo.

Vivimos tanto a través de ellas, que pensamos y actuamos como si nada fuera de esas ventanas en nuestras computadoras o celulares, fuera más importante. Izamos una bandera de nuestro propio egoísmo, nuestro país único y cerrado, fronteras a cal y ladrillo donde nadie, nadie, puede acceder.

Pero afuera de nosotros, hay un mundo que se sostiene en las relaciones interpesonales, que vive más allá del like, del retuit y de los selfies. Hay seres humanos que ansían una mano en apoyo, un gesto solidario por ciertos momentos cruciales o fangosos que pueda estar viviendo.

Podemos soltar un suspiro seguido de un “awww” cuando vemos la foto de un perrito de la calle que da de amamantar a sus crías, pero volteamos a ver hacia el otro lado, cuando un niño está haciendo malabares en el semáforo, cuando debería de estar estudiando.

Podemos compartir la publicación de los gatitos abandonados para que alguien les consiga hogar, pero nos da pereza pensar en apoyar al hogar de ancianitos que está en la colonia. ¿Por qué? Por que es más fácil y nos deja con la sensación que hicimos algo bueno cuando realmente hicimos click en una publicación y dejamos que la magia del internet, hiciera el resto.

Muchá, las redes sociales son una poderosa herramienta para divertirnos y lograr cosas, pero también nos alejan de lo realmente importante: el contacto humano y lograr que nuestra vida mejore, no únicamente en el sentido individual, sino colectivo.

De nada sirve entrar en un pensamiento egoísta donde “yo y sólo yo, y todo es para mí”, si a la larga, el resto de la sociedad está mal, eso nos va a alcanzar tarde o temprano. La delincuencia no se genera espontáneamente, los vagabundos no salen de las alcantarillas, la gente pobre no es pobre porque quiera.

Hay muchas condiciones que debemos de mejorar y eso lo hacemos teniendo empatía con el otro, en ver en el prójimo una porción de lo que soy yo. Saber que esa persona tiene sueños, anhelos, problemas como todos. Además que si nuestra cadena de solidaridad y empatía crece, nuestro entorno mejorará.

No somos nuestra compu, ni nuestro celular, no somos nuestra casa, ni nuestra familia, ni una nacionalidad: somos humanos. Somos una misma especie flotando en un mundo que no tuvo fronteras antes de nosotros, ni las tendrá, cuando nos vayamos. Lo que nos pase como seres humanos, alcanzará a nuestro círculo en algún momento.

Empatía, amigos y amigas. Una mano salvadora de vez en cuando y nuestro entorno será cada vez más parecido a la paz y armonía que todos soñamos.

¿Cuento con ustedes? Ustedes saben que cuentan conmigo 🙂 un mundo nos espera, vamos a vivirlo.

#EsDeChapines