Acá vivimos bajo el imperio de «la ley del vivo». ¿Saben ustedes qué es «la ley del vivo»? En un país que premia la impunidad y el robo, es aquella ley tácita, no escrita, donde el transa es premiado a costa del resto de mortales.
El vivo es aquel que se parquea en los lugares especiales para sillas de ruedas, es aquel que se hace tres carriles donde caben dos, aquella que saluda a la conocida en la fila del banco para ahorrarse el turno que le corresponde, el bully que empuja a los niños para llegar primero a la repartición de sorpresas. El que recibe Q100 de más en el banco y se los queda.
Esa nefasta práctica se enseña desde pequeños, donde el hijo pequeño mira como su padre se salta la fila, no paga el menú que no cobraron, le cambia la edad para meterlo al cine (a pesar que ya tiene bigote), o chafea su declaración de impuestos con la excusa que “acá se lo huevean de todos modos, mejor me lo quedo yo”.
Sí, todos crecimos con esos ejemplos, con la chanza, con la transa, con el testimonio del hijo de papi que logró escabullirse de la policía luego de atropellar a la señora porque iba bolo. O de la nena de mami que consiguió la beca porque conocía al embajador.
¿Saben ustedes qué es «la ley del vivo»? En un país que premia la impunidad y el robo, es aquella ley tácita, no escrita, donde el transa es premiado a costa del resto de mortales.
Digo, ¿no es eso corrupción? ¿No nos enseñan desde pequeños a ser unos bandidos de cuello blanco, a ganar bajo la trampa? Es un vicio cultural que acarreamos como sociedad donde se vitorea al niño ganador de concurso de ciencia cuando todo mundo sabe que su padre es ingeniero mecánico.
Eso sí, al que hace la fila, al que se desvela haciendo el papeleo, o la maqueta, el que no se roba el turno en la tienda de la esquina, el que espera a que el semáforo le de verde, es víctima de risas y burlas porque no “sabe cómo hacer mejor las cosas”, es decir, transear al sistema para beneficio propio, a costa del tiempo de los demás es visto como heroico. Respetar las reglas, es de imbéciles.
No sea ruin. Ya dejemos esa cultura de la “ley del más vivo”. Respetemos el espacio y el tiempo de las demás personas porque… amigo, amiga… el mundo no gira alrededor suyo ni mío. NOSOTROS giramos en conjunto alrededor del sol, estamos en esto juntos.
Así que si usted piensa que ser honrado es ser bruto, pues déjeme decirle que si así piensa y actúa, está usted a tres decisiones y a un puesto laboral en el estado, a estar sentado en el banquillo de los acusados por el MP y CICIG. Sí, así de turbio y simple.
Si escuchamos los argumentos de los acusados por los casos especiales de estafa de la Línea 1, veremos que sus intenciones siempre fueron egoístas, con un mal proceder y con resultados, peores para todo el país, ellos incluidos. Y todo esto inició con acciones del día a día como ya dijimos algunos párrafos atrás.
Salvar a la nave llamada Guatemala necesita de un cambio de actitud, cambio de mística social, elevar los buenos valores como la solidaridad, la puntualidad, la ética, como pan diario. Si dejamos de ver al honesto como bruto, sino como ejemplo, saldremos pronto del embrollo en que los “vivos” nos han metido y siguen metiendo.