Hay tanto que sucede en nuestro país que es muy difícil empezar por algo, la pregunta es urgente: ¿cómo llegamos a todo esto?
Y hay muchas respuestas, pero abundan más las justificaciones y pocas soluciones. Por ejemplo, nuestros papás tienen una forma muy distinta de hacer las cosas porque ellos así lo aprendieron y si se les pregunta, ellos dirá que así lo han hecho siempre.
El país se compone de la acumulación de los aciertos o errores que sus ciudadanos puedan cometer. Todo mundo quiere ser parte del éxito, pero nadie responsable del fracaso.
Eso sucede desde los hechos más relevantes, hasta la cotidianidad, ya que nos damos cuenta que paramos echando la culpa a otros de nuestros errores. Es lo más fácil y lo más común: evitar el clavo, justificando algo del cual nosotros no pudimos tener el control. O eso hacemos ver con el consabido “fíjese que…”.
Esto aparece cuando fallamos, cuando queremos excusarnos por no cumplir con algo con lo que previamente nos habíamos comprometido.
– A ver, Ana, ¿trajo las cartulinas para hacer el mural de la clase de sociología?
Fíjese que… no habían bancos abiertos y una nave alienígena destruyó todas las librerías en el camino de la U.
– ¿Don Pedro, me tiene listo el carro?
Fíjese que… no porque le encontré otro clavito que está fuera del presupuesto que le había dado y me va a tener que dar un riñón para poder pagarlo.
– ¿Mano, tenés el dinero que te presté, lo voy a necesitar?
Fijate que… no lo tengo porque no me han pagado…
Mano, ¡pero acabás de comprar otro iPhone!
Lo que yo haga con mi plata que no te importe, mal amigo. Y por ser así, fíjate que te voy a eliminar de Facebook.
– Señorita, tiene usted una luz quemada de su carro.
Qué mal, no me había dado cuenta, ¿me va a poner multa?
Fíjese que… le voy a consignar el carro, aunque si nos ponemos de acuerdo y me da para las aguas yo la puedo dejar ir…
– Abuelita, ¿por qué le gritás a Juana cuando se equivoca?
Fíjate que… así lo hemos hecho siempre con la gente ignorante.
– Señor, ¿me puede recibir mi informe de la SAT? Ya lleva mucho tiempo en el celular y la cola está creciendo…
Fíjese que… mejor váyase a otra, a mí, no me joda.
Así podemos enumerar miles de ejemplos que suceden a diario con el impresentable “Fíjese que…” que viene seguido de una excusa ridícula.
Esto nos hace tomar pequeñas acciones que justifican muy mal nuestro proceder respecto del labor, el estudio, la familia.
Dejemos de lado las excusas. Empecemos a cambiar esas pequeñas actitudes que nos lastiman como sociedad. Ya llegará el día en que ese “Fíjese que…” no será de excusa, sino de proactividad.
– Fíjense que sí traje todo.
– Fíjese que está listo, y de paso, le arreglé un pequeñito clavo que tenía el switch.
– Fíjate que sí lo tengo, te agradezco por apoyarme en ese momento que necesité de dinero.
– Fíjese que le voy a ayudar a cambiar la luz quemada de su carro.
– Fíjate que tienes razón, mejor enseñémosle.
– Fíjese que sí puedo, le ayudo. Gracias por pagar sus impuestos.
¿Sería otra Guatemala? Nosotros estamos convencidos que sí 🙂