CRUZADA ANTI-ROEDORES

Vamos a explicar algo muy sencillo: si alguien en la calle me grita «¡Rata!», realmente no me importa porque esa persona puede estar motivada por algo que yo no entienda.

Es decir, sin querer – posiblemente – le quité un lugar en la cola del supermercado, o agarré el último pan dulce de la panadería, o me gané la lotería y, hay que decirlo, hay personas envidiosas.

Pero si ya me lo dicen dos veces, bueno, hay algo que me tiene que poner a pensar, no sé, ya me robé la fila dos veces, ya estoy teniendo una actitud que a dos personas, no les gusta.

Y viene una tercera. Y una cuarta. Y una quinta. Y si así sucede con mi día a día, que donde quiera que yo vaya me gritan, me insultan, me miran de reojo, se escriben cosas de mí en los medios de comunicación. Ya hay algo malo.

Malísimo.

Señores diputados ¿Quieren ser vistos como una lacra social comparado con los peores rateros y delincuentes?

Eso significa que mi proceder no es aceptado socialmente, que mi forma de ganarme la vida, de encarar a la vida pública es un asco. Eso, yo produzco asco en las personas que me rodean y las personas que me conocen. Y por qué no, en las que no me conocen también.

Eso, amigos míos, es ser un diputado en este país. Lo que debería ser una profesión de honor, de entrega a la patria, de servicio, es visto como una oportunidad de servirse con la cuchara grande, de ser un oportunista y generador de corrupción.

De llevarle negocios a empresas propias y afines a sus propios intereses, de atender a los que necesitan menos y olvidarse que su trabajo es servir a todo un pueblo, no a unos pocos, y menos a sí mismo.

Señores diputados ¿Realmente quieren ser vistos así, quieren ser una lacra social comparado con los peores rateros y delincuentes? Que prefieren ¿ser parte de una clica o ser parte activa del cambio de un país?

Porque si quieren seguir haciendo lo que hasta el momento han hecho, déjenme decirles lo siguiente: los vamos a meter presos, los vamos a perseguir y acabar con ustedes como la peste que son.

De lo contrario, súmense a nosotros, los que queremos cambiar esto, los que queremos trabajar por un mejor país, por un mejor futuro. Para ustedes, para nosotros, para nuestros hijos.

Vengan de este lado, tenemos los brazos abiertos. Ah, y hay café con galletitas, humildes, pero bien ganadas 😉